EL PSICOPATA, CANIVAL Y CRIMINAL "PETETE" FUE CAPTURADO
Petete es sencillamente, un producto de la marginación, del pauperismo, de la desigualdad, de la grave crisis de valores y de la carencia de derechos.
David Castillo, mejor conocido como Petete, un supuesto asesino en serie que se ha convertido en el hombre más buscado por las autoridades de la sureña provincia de San Juan y de la región, mantiene a un país a la expectativa, que espera el desenlace de lo que parece ser la reencarnación de “Jack el destripador; y a toda una comunidad espantada por sus “atroces crímenes”.
(Descripcion grafica)
El hombre es buscado vivo o muerto. No hay rastros ni retrato de él; su rostro es desconocido por todos, incluyendo a unos 200 agentes que le persiguen. El “boom” mediático no ha faltado. Los titulares de diarios llaman la atención con su sensacionalismo: “al descuartizador parece habérselo tragado la tierra”, “Petete, el terror de San Juan”, “cunde el pánico por acciones de Petete”.
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El temor se ha apoderado de los lugareños ante el “inminente riesgo” de que cualquiera, sin importar clase ni condición social pudiera convertirse en su próxima víctima.
Pero Petete, David o Daniel, de 32 años, el asesino, criminal, drogadicto y delincuente, definido así por su anciana e infeliz madre de crianza, de rostro cansado, falto de fuerza y que refleja la pobreza extrema, quien narró a el periódico El Caribe, aun sin recordar su edad, que su muerte le traería tranquilidad y que posiblemente sea ella la siguiente en ser descuartizada, no es más que el resultado de un joven nacido en un núcleo familiar descompuesto y disfuncional.
Su madre biológica, presumiblemente soltera, lo abandonó porque no tenía con qué sustentarlo. Posteriormente fue encontrado por doña Leónidas quien se enfrentó a un niño rebelde, carente de amor, quizás confundido, lleno de pánico y dudas.
Presumiblemente, sus inquietudes nunca fueron despejadas. Fue un infante distraido que se mantuvo todo el tiempo aislado.
Petete fue martirizado por las garras de un sistema carente de oportunidades y de una sociedad excluyente. Creció en el sur profundo, la región más marginada y olvidada de la República Dominicana. Tuvo que trabajar desde temprano para ayudar con los compromisos de la casa.
(Madre de Petete)
El ambiente donde se formó lo empujó apresuradamente hacia una bola gigante llamada “círculo vicioso”; aquella, donde das vueltas y vueltas y por más que intentes, allí te quedas, atrapado para siempre. Su entorno lo hundió más. Se convirtió en un niño vulnerable, resentido; los preferidos y blanco de los narcotraficantes y delincuentes.
Producto de la ignorancia, decepción, impotencia, cansancio y del esquema del propio sistema, fue abandonado a su suerte por quien le crió, la cual revela: “aspiraba a convertirse en un delincuente y en un hechicero. A él nunca le interesó la escuela. Su única pasión era robar, matar y volar”
Estuvo suelto, como chivo sin ley, aprendiendo sin querer lo que no debió.
Petete es sencillamente, un producto de la marginación, del pauperismo, de la desigualdad, de la grave crisis de valores y de la carencia de derechos.
¿Qué más podía esperar la sociedad de él?.
¡Y los que faltan!